Querido abuelo:
Te echo de menos.
Me da miedo algún día poder olvidarte y no honrarte como te mereces. Fuiste una
buena persona que pasó por mucho dolor injustamente. No tuviste una vida fácil
desde tu principio del camino, y eso lo has recordado siempre. En tus últimos
días te hacías preguntas sobre eso, aunque tu ya sabías que nadie te las podía
responder. Estabas muy cansado y triste, pero tú modesto y humilde, nunca
querías que nadie supiese que estabas así. Pero todos conocíamos de tu dolor.
Espero que ahora, estés donde estés puedas descansar y todas las preguntas
puedan desaparecer.
Yo ahora, por ti
y por mí intentaré cuidar de la yaya y honrarte siempre. Nadie muere si lo
mantienes en el recuerdo. Me da pena, que antes de irte no supiera hacer los
arroz con leche como tú. Ya no podré saborear tan buenos postres como los que
tu hacías para todos nosotros.
Te echaré de
menos, pero aún y así, estoy feliz al saber que querías despedirte de mí pero
yo lamentablemente no pude estar allí. Aprovecho ahora para despedirme, pero no
puedo. Debes disculparme si te digo que lo haré poco a poco. Te quiero
demasiado yayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario