El camino, el único camino que veo, sigue en línea recta. Y todo es tan diferente... El final no puede verse y aunque parezca extraño, me resulta reconfortante. Me aporta placer y ganas de continuar.
Me paro a mirar
el paisaje y todo lo que me rodea es tranquilizante. Las piernas van ligeras
y ya no son una carga. Siento que todo va en sintonía conmigo y con mi
alrededor.
Me paro a mirar las flores, son tan bonitas...
Los árboles son altísimos, con unas raíces muy fuertes y profundas. La tierra se agarra a mis pies y no tengo miedo de caerme. Ya no voy deprisa; ya no busco nada.
Hay bancos
para sentarse y como no tengo prisa, me siento y observo. Sólo hago eso. Respiro
profundamente y el tiempo pasa. Estoy en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario