Quieres que te defina tu frialdad consentida y tu masculinidad para
sentirte más fuerte,
cuelgas fotos atractivas para llamar la atención
de tus admiradoras consentidas,
publicas y escribes en tus redes sociales
rebeldías que reflejan tu poca humanidad.
Te crees con el derecho de pasar de las personas
cuando ya no te hacen falta,
y te ves con el poder suficiente de disuadirlas
cuando quieres volverlas a ver.
Intentas convencer para jugar a tu juego, con tu
reglas y tus prohibiciones.
Intentas que nadie se entere de nada pero
justificas el juego en cuanto desmontan tus planes.
¿Y a eso te llamas hombre?
Permítame que me ría si algún día se refieren a
ti de esa forma,
creo que no sabría identificarte.
Para mí, un hombre, como una mujer, no necesita
ir durante todo el día definiendo su género; ya lo sabe.
¿Será cuestión de edad?
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